Los huertos escolares comunitarios crean un puente entre la escuela y la comunidad circundante al ofrecer un espacio ajardinado a alumnos, padres, profesores y vecinos. Cada una de estas personas aporta importantes recursos al huerto y, en última instancia, puede formarse una relación mutuamente beneficiosa entre la escuela y el vecindario. Los profesores disponen de un aula al aire libre donde los alumnos tienen la oportunidad de experimentar lecciones prácticas de: salud, ciencias de la tierra y de la vida, matemáticas, alfabetización y ciencias sociales. Los miembros de la comunidad pueden acceder a un espacio para cultivar sus propios alimentos, estar al aire libre en la naturaleza y ensuciarse las manos, conocer a sus vecinos y crear comunidad, y apoyar a los jóvenes mediante el voluntariado tanto en la escuela como en el huerto.